miércoles, 20 de febrero de 2013

Querido Grey, te dejo.


Cristian te dejo. No es por mí, es por ti.

Eres un ñoño, no te soporto.
Cuando te conocí tuve un flechazo, obnubilada por tus encantos y tu cuarto del dolor ensalcé tus bondades y las de tu familia de guarrillos, pero eso se acabó, me aburres.
Tú rollito de lobo herido, de macizo atormentado, ya no me va. No avanzas por mucho que lo intentes y página tras página siempre es lo mismo, de la cama a la bañera, de la bañera a la cruz, eres aburrido y ya no me pones.

Como sabes me gustan los malos, los tipos duros, y tras mucho pensar he llegado a la conclusión de  que eres un blando con pintas. Te devuelvo la cruz, la corbata, el jet privado y las bragas de marca. Todo menos el látigo, este me lo quedo como finiquito por lo que pudo haber sido y no fue.

Al principio no entendía que hacías con la sosa de tu novia, que era una pánfila virgen de ventiún años siempre con actitud de quiero y no puedo. La típica que va de buenita, muy aplicada, muy integra, de las que salvan ballenas pero en el fondo las mata callando.
Ahora me doy cuenta de que haceis muy buena pareja, diós los cría y ellos se juntan. Me voy con Batman.

Besos y latigazos (que se que te pone).
Bionda.

PD: El tatarabuelo Dorian no estaría nada orgulloso. De acuerdo que al final de sus días se acordaba de la chati lánguida que se ahogó por amor en el río pero al menos avanzó en la vida disfrutando sin dárselas de fanfarrón, él era más empotrador y menos ñoño. Acabó mal pero que le quiten lo bailao. Habrás salido a tu madre.

PD2: Dile a Meredith que la llamaré para salir, lo pasaremos bien y tenemos pase vip en urgencias si acabamos mal.

PD3: Como se enteren los de Crepúsculo te van a meter una demanda por plagio que te vas a cagar.



miércoles, 6 de febrero de 2013

Obesidad infantil


Cada vez que veo una niña gordita jugando en el parque no puedo evitar sonreirme con nostalgia.

Yo de pequeña era  gorda, muuuy gorda. Con 9 años ya pesaba 50 kilos, pocos menos de los que peso ahora pero con la mitad de estatura.

Recuerdo que algunas personas idiotas (pediatra incluido) me machacaban constantemente con lo gordísima que estaba y que tenía que adelgazar. 
También recuerdo a mi padre defenderme, decirles que me dejaran en paz o amanecerían con una cabeza de caballo bajo las sábanas  (Grazie mille papá, sei il migliore!)

Yo era gorda, pero no me importaba. 
Tenía muchos amigos en el cole, no me cansaba haciendo gimnasia y me miraba al espejo pensando que era la niña más guapa del mundo. Era feliz. 

Además ser gorda tenía algunas ventajas, recuerdo los veranos en la piscina cuando a mis primas flacas se les ponían los labios moraos del frío y tenían que salir, yo podía seguir en el agua, retozando cual lechoncilla ¿quién dijo frío si tienes una capa de grasa para protegerte?

Empecé a no gustarme cuando la gente empezó a machacarme con que estaba gorda, aunque siempre fui una niña de carácter:
I- No es de señoritas comer cortezas de cerdo, engordan.
B- Tampoco es de caballeros decirle a las señoritas lo que no deben comer . Ahora que ya sabemos lo que no somos, ¿me devuelves la bolsa por favor?

Mi madre, cuando empezó a notarme tristona por el tema de los kilos intentó ayudarme: clases de ballet, baloncesto, comida sana... pero nada funcionaba. Es que a mí me gustaba comer!
Cuando tenía 14 años empecé el instituto, y fue ahí cuando todo cambió. 
Mis amigas se compraban ropa bonita de la que no había mi talla, los chicos empezaban a "pedirles salir" y a mí no me hacían caso... vamos, todas esas cosas que tiene el mundo del complejismo adolescente, así que decidí tomármelo en serio y empecé a adelgazar, poquito a poquito, con esfuerzo, nada de pan, nada de fritos, fruta en la merienda...hasta hoy. 

Reconozco que desde que soy delgada soy más feliz pero no porque tenga menos kilos, sino porque me quiero más. 
Yo elegí cuando era el momento de adelgazar y así lo hice, por lo que quisiera decir a las mamás de niños gorditos que no se preocupen demasiado, tarde o temprano adelgazarán, lo elegirán ellos mismos.

Y si no adelgazan ¿que pasa? No pasa nada.
Hay niñas gorditas que no adelgazan y al  crecer se convierten en princesas enormes y preciosas como mi Cestina y otras que al crecer se convierten en gordas de mierda como la choped. Pero en qué nos convertimos cuando crecemos no lo dan los kilos, ni la estatura, ni la guapura, lo da la personalidad de cada uno.
Si a un niño le gusta comer da igual que no le des Bollicaos, porque se los comerá a escondidas después de apretarse tres platos de judías verdes, así que paciencia, enseñemos a los chavales a comer y fomentemos el ejercicio físico pero sobre todo fomentemos el que disfruten,  que se gusten,  que se quieran, que sean felices y que ningún adulto capullo les haga jamás coger complejo.

La niña que llevo dentro y yo os deseamos una muy feliz tarde!